Hoy en la clase de ciencia de los materiales, vimos un tema acerca de las curvas de enfriamiento (la gráfica del comportamiento de un material cuando pasa del estado liquido al solido "solidificación"). Entró mi maestro en un relato algo relacionado con la materia, me agrada cuando los maestros saben mas que solo lo visto en su materia, hacen ágil la clase y menos tediosa (aunque te guste la materia) al termino de su comentario, porque de ahí me baso en como piensa, busqué de inmediato cual era ese relato, y lo encontré en distintas versiones, pero este, este es el mas explicado que hallé, gracias maestro Baez, su relación de esta fabula con mi carrera para amenizar la clase, estuvo excelente, ojalá hubiera mas como usted, no en la universidad, sino desde primaria. Lamentablemente no encontré el titulo correcto ni al autor, pero aquí está:
"Abraham
era un comerciante como cualquier otro. Sin embargo, tenía una cualidad en la
que sobresalía más que nadie: su casa siempre estaba abierta para el que la
necesitara. Con el cumplimiento de esta Mizvá, él y su esposa se
ganaron el afecto y el respeto de todos los Iehudím de la ciudad.
Cierta
vez llegó Rabí Mordejai, uno de los más importantes personajes de la época.
Abraham se adelantó e invitó al Rab a alojarse en su casa, logrando su cometido
a pesar de la insistencia de otros mucho más ricos que él. El Rab no se
arrepintió de haber pasado esos días en la casa de Abraham. Se quedó
profundamente impresionado. A pesar de su sencillez, vio que no sólo a él lo
atendían a cuerpo de rey, sino a todos los pobres y necesitados que solicitaban
de su generosidad. Antes de marcharse, el Rab bendijo a Abraham y le deseó que
Hashem le enviara bienestar y riqueza.
La Berajá (bendición)
se cumplió con creces: al poco tiempo, Abraham se convirtió en un próspero
comerciante, dueño de grandes empresas y campos. Su modesta casa fue
reemplazada por un palacio residencial colmado de lujos. Cuando aparecía
Abraham y su esposa en público, ya se los veía ataviados con las ropas más
suntuosas. Pero no sólo exteriormente cambiaron, sino también interiormente: Su
casa ya no era el lugar donde todos los necesitados acudían a cobijarse. Los
que tocaban la puerta se encontraban con un mayordomo que les negaba la
entrada. Algunos decían que Abraham no quería que sus valiosos y delicados
objetos y muebles de la casa se vieran deteriorados con el entrar y salir de la
gente. Otros lo defendían diciendo que Abraham ya no tenía tanto tiempo para
atender a visitas que no le redituaban ningún beneficio comercial; estaba muy
ocupado en sus negocios y sólo se relacionaba con gente muy importante. La
cuestión era que la casa de Abraham, antes apodada "la casa de Abraham
Abinu", ya únicamente se conocía por fuera.
Se
enteró el Rab de todo esto y pensó angustiado: "¡Ay de mí! Mi Berajá sirvió
para beneficiar a uno, ¡pero para perjudicar a muchos...!", y tomó la
decisión de ir a solucionar personalmente la situación. Cuando el mayordomo le
avisó a su amo Abraham quién estaba en la puerta insistiendo en entrar, el
dueño de casa salió rápidamente a recibir a quien propició que se haya
transformado en un acaudalado.
"Perdóneme,
Rab" se disculpó Abraham, "es que mi mayordomo tiene orden de no
dejar entrar a cualquiera. Pero usted aquí es el "dueño" de todo
esto. Pase, por favor".
El
Rab quiso decir algo, pero se contuvo. Entró y siguió a Abraham por toda la
casa, que se ufanaba en mostrarle cada uno de los rincones. Llegaron a una
ventana y el Rab se detuvo. Lo llamó a Abraham y le dijo: "Dime: ¿Tú sabes
quién es ése que está ahí enfrente?", "Sí Rab -respondió Abraham-. Es
Shemuel el sastre". "Y esa señora ahí parada, ¿quién es?".
"Es la viuda de Mijael, el carnicero".
Antes
de que Abraham alcanzara a preguntarle al Rab la razón de sus preguntas, fue
tomado de la mano y llevado a uno de los rincones de la casa, donde habían
pasado anteriormente. El Rab se paró frente a un espejo y, señalándolo, le dijo
a Abraham: "Dime ahora: ¿qué ves aquí?". "Pues... ¡Me veo a mí
mismo!" respondió Abraham extrañado.
"¡Qué
raro!" decía como por lo bajo el Rab. "Cuando te paraste frente a la
ventana viste a la gente, y cuando te paraste frente al espejo te viste a ti.
¡Y las dos cosas están hechas de vidrio! ¿Por qué? ¿Qué diferencia existe entre
el cristal y el espejo?
Abraham
sabía que el Rab no ignoraba la respuesta, pero intuía que quería decirle algo
más. Por eso le explicó: "Bueno. El vidrio de la ventana no tiene nada,
está traslúcido, y por eso se puede ver a través de él. El vidrio del espejo
tiene una película de plata, lo que hace que las imágenes se
reflejen".
"¿Ya
ves? Eso fue lo que cambió tu vida. Antes, tu casa tenía ventanas traslúcidas,
lo que permitía ver a la gente pobre y necesitada para invitarlas y compartir
tu hogar. Después, los vidrios se llenaron "de plata"; de dinero; de
bienes materiales... Ahora sólo te ves a ti mismo".
Cuando
el Rab vio que la expresión facial de Abraham demostró que captó el mensaje,
siguió hablando. "Tu situación cambió, gracias a Hashem, pero la de muchos
pobres y necesitados, aún no. Y es ahora cuando tú más puedes ayudarlos. Es
ahora cuando más puede seguir siendo tu casa "la casa de Abraham
Abinu". Desde ese momento, Abraham volvió a ser el que era antes. Su casa
estaba otra vez llena de gente que entraba y salía para comer y dormir, sin que
nada haya sido modificado. Bueno, sólo un pequeño cambio se notaba en uno de
los rincones: en el lugar donde antes había un espejo, Abraham mandó a
construir una ventana...".
Espero que les haya gustado.
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